2015, 4 de diciembre. Viva Conil.
En unos días estamos llamados a votar. Y habrá que hacerlo con fundamento. Conscientes de las políticas aplicadas durante los últimos años y sus resultados. Informados de la coherencia de las propuestas que nos hacen los distintos partidos políticos.
La crisis y las políticas que nos han traído hasta aquí, debiera ser, a nuestro criterio, una buena medida para votar con fundamento. Nos repiten con insistencia, por ejemplo, que España ya ha salido de la crisis. Que la crisis es agua pasada. Lo ha dicho Rajoy y lo repiten sus voceros sin rubor.
Y tienen razón. Toda la razón. Porque los ricos son cada vez más ricos. Porque la banca ha aumentado sus beneficios en 2014 un 35%. Porque sólo tres españoles tienen el doble de riqueza que nueve millones de la población.
El 40% de paro en la provincia de Cádiz son daños colaterales. Como lo son que el 50% de los parados no cobre ninguna prestación. O que haya tres millones de niños pobres es España muchos de ellos pasando hambre. O que en casi un millón de hogares no entre ningún ingreso. O que sigan los desahucios de la gente de sus casas por no poder pagar la hipoteca o el alquiler. O que los dependientes estén abandonados y que crezca el número de personas en la calle.
No hay que engañarse, porque en efecto todo ello no son sino daños colaterales inevitables. Son sacrificios que hemos tenido que hacer para bien del país, dice esa gente que gobierna. Sacrificios para salvar nuestro sistema financiero, al que hemos entregado 107.000 millones. Si se ha deteriorado el sistema público de salud y el de educación, si se privatizan los servicios de basura, de agua o de electricidad… es para que las empresas ganen más, que ya veréis cuando ganen más como crearán empleo. Claro empleo de algunas horas o a lo mejor incluso algunos días. Con sueldos de miseria, que no nos permitirán salir de pobres. Pero no debemos quejarnos, mejor es eso que no tener nada.
Es terrible. No tienen escrúpulos, ni tienen más moral que el poder y el dinero. Es terrible como acabado con muchos de los derechos que tanto trabajo costó conquistar.
El 20 de diciembre hay una pequeña ventana de oportunidad para desalojar democráticamente de las instituciones a quienes las han saqueado para enriquecerse ellos y para beneficiar a los poderes fácticos
Sí, esos poderes que siempre permanecen en la sombra y que ahora empiezan a actuar con fuerza para defender sus intereses, los intereses del gran capital, del sector financiero o de las trasnacionales.
Las organizaciones y personas que pretendemos la regeneración y profundización de la democracia, que queremos un cambio en la correlación de fuerzas a favor de la mayoría social y a favor de los sectores más empobrecidos o amenazados de exclusión…, tenemos que ser conscientes, muy conscientes, de que hace falta enfrentarse pacífica y democráticamente a la acción de esos poderes fácticos, sus voceros y sus muchos colaboradores en la partida que se está jugando.
Y eso significa ejercer nuestro derecho al voto, que es un derecho humano, de forma consciente e informada para que no nos den gato por liebre el próximo 20 de diciembre. Pero no bastará, nunca será suficiente para que cambien las cosas. Es imprescindible pero no suficiente. Junto al voto consciente, es indispensable que la gente del pueblo ejerza como tal y que de alguna forma se relance la movilización social en la calle, en los centros de enseñanza, en los hospitales, en las empresas, en la acción por la justicia y en la defensa de los derechos humanos. Hace falta una cosa y hace falta la otra.
El voto
