2007, 13 marzo. Redes Cristianas.
Se cumplen estos días dos aniversarios de indudable calado y de muy triste recuerdo. Por un lado, el tercer aniversario de la masacre perpetrada el 11-M en Madrid, con 192 muertos y más de 1800 heridos. Por otro el cuarto de la guerra de Irak. Ambos nos deben hacer reflexionar y más allá del dolor, constituyen una llamada a la conciencia y a la acción.
Curiosamente las 192 víctimas del 11-M y las mas que posibles 600.000 de la guerra y ocupación de Irak han estado cuidadosamente ausentes en la masiva manifestación convocada por el PP en Madrid. Embarcado en la teoría de la conspiración del 11M, incapaz de aceptar democráticamente su derrota en las urnas, movidos por la rabia, el rencor, la mentira y la venganza, todavía no han pedido perdón a las víctimas ni aceptado su responsabilidad en las muertes y en todo el sufrimiento ocasionado. Ni a las víctimas ni a la sociedad española en su conjunto por embarcarnos en aquella guerra de locura.
Preocupa la actitud del PP, que, capaz de llegar y convencer a millones de personas, está generando una fractura impresionante en la sociedad española, cuyos efectos son difíciles de predecir. Porque no dudan en utilizar los sentimientos de la gente, en manipular a las víctimas y su dolor, en engañar y mentir para conseguir sus objetivos. Con la correcta decisión de prisión atenuada para De Juana Chaos, enmarcada en un normal funcionamiento del Régimen Penitenciario, el PP ha lanzado una campaña de acoso y derribo, poniendo en duda la legitimidad democrática del Gobierno y azuzando bajos instintos también presentes en determinados sectores sociales.
Quizás logren así que la sociedad olvide las deficiencias de prevención ante el terrorismo islamista antes del 11M cuando gobernaba el PP. Y sobre todo que olvidemos su responsabilidad en la carnicería en que se ha convertido Irak.
La guerra criminal desarrollada por Bush y apoyada por Aznar, realizada en contra de la ONU y de la inmensa mayoría de la sociedad, ha conducido a una represión continuada por la ocupación y a una guerra cruel entre bandos azuzada por el odio sectario. La población iraquí padece más que nunca en un país arrasado y arruinado, donde se ha consolidado el terrorismo islamista más radical y apresado entre los intereses de potencias mundiales como EE.UU. o regionales como Siria o Irán.
Una situación cada vez más compleja y cuya salida se vislumbra también complicada y cada vez más lejana. Pasará mucho tiempo hasta que se restañen las heridas y se pueda hablar de convivencia. Hoy todas las salidas se ven inciertas.
Si alguien tenía alguna confianza en que la invasión de Irak nos podía conducir a un mundo más justo, más libre y más seguro ha tenido hechos suficientes para clarificarse. Día a día aumenta el número de muertes en Iraq, los derechos humanos se conculcan en lugares como Abú Ghraib o Guantánamo, los vuelos secretos de la CIA, el crecimiento de la red de Al Qaeda, los atentados de Casablanca, de Madrid, de Londres o Balí no nos muestran un mundo más seguro.
La estrategia de lucha global contra el terrorismo desatada por EE.UU. tras el 11S ya vemos a donde nos conduce. Desde Oriente Próximo a Asia Central, desde Afganistán a Palestina, nos encontramos en una situación de desestabilización generalizada. Incluso EE.UU. amenaza ahora con atacar a Irán.
Hace cuatro años la sociedad se movilizó masivamente. Nos movilizamos por la paz, por la justicia, por el respeto a la legalidad internacional, por los derechos humanos y en solidaridad con el pueblo iraquí.
Muy lamentablemente, gracias al trío de las Azores, gracias al PP en España, hoy esas reivindicaciones y esa denuncia sigue plenamente vigente. Y nos emplazan a no quedarnos pasivos. Cuando se cumple el 4º aniversario de la locura, es hora de movilizarse de nuevo. El día 17 en numerosas ciudades tendremos ocasión de hacerlo.
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