2007, 14 de junio.
Al calor de la reciente inauguración oficial del nuevo Centro Penitenciario en El Puerto de Santa Maria, hemos podido asistir a la escenificación de diversos, y también opuestos, puntos de vista al respecto de que es se puede esperar de bueno, o malo, de un Centro Penitenciario como éste del que tratamos.
En este sentido tanto el Ministro del Interior como la Directora de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias insistieron en el acto de inauguración en la finalidad de reinserción y reeducación que nuestra constitución otorgan a las penas privativas de libertad y a lo amparado que ambos derechos y principios fundamentales quedarán gracias a la inversión económica, política y social que ha supuesto poner en marcha Puerto III.
Muy al hilo de ese discurso se ha mostrado a la opinión pública unas instalaciones evidentemente óptimas y notables que causan cierto estupor en la sociedad al comprobar como al parecer los presos y presas van a estar mejor en la cárcel que en sus propias casas. La piscina, la pista deportiva, el gimnasio, la enfermería, las aulas… aún sin estrenar, y mostradas a bombo y platillo, que hacen pensar en un complejo hotelero mas que en lo que se supone debe ser un centro penitenciario.
Y es cierto, esas imágenes publicadas de las instalaciones no son ningún montaje, existe esa piscina, existe la pista deportiva y todo lo demás. Unas instalaciones dignas.
Pero eso no es todo, todas esas instalaciones en no demasiado tiempo, puede que antes que termine este año, estarán ya masificadas, quiere esto decir que como consecuencia de ello se irán deteriorando notablemente, sin olvidar el detalle de que las celdas ya existentes están siendo aprovisionadas con camas literas para ser ocupadas por dos internos, contrariamente a lo que nuestra legislación penitenciaria establece como regla normal de ocupación individual de celda. Me adelanto al archiconocido argumento de que en los Centros Hospitalarios Públicos los enfermos también comparten habitación; cierto, lo que no comparten es retrete separado del resto de la celda con un pequeño muro de algo mas de un metro de alto, sin ninguna otra separación. Ningún hotel, pensión o casa de hospedaje conseguiría los permisos pertinentes si sus habitaciones imitasen las celdas de Puerto III, se lo garantizo.
Puerto III es denominado o catalogado por la administración penitenciaria como un CENTRO TIPO, la imagen mejorada de otros Centros similares construidos en la última década tales como Botafuegos, Huelva, Sevilla II, etc…
Todos ellos tienen en común un incremento de plazas en comparación con los demás Centros, de hecho, también oficiosamente, que no oficialmente, a estos nuevos centros se les conoce como MACRO CÁRCELES.
La inmensa mayoría de la población penitenciaria no tendrá la fama ni las condiciones de presos famosos y archiconocidos como Roca, Juana de Chao, Muñoz, Yagüe, Roldan, etc… Los 1600 presos que pronto habitaran Puerto III serán mayoritariamente personas provenientes de los sectores sociales mas desprotegidos, mas marginales, abundarán quienes han tenido (y tienen aún recluidos) adicción a las drogas, personas que padecen enfermedades mentales de muy diversas patologías, enfermos duales, extranjeros sin arraigo social que, si no fueran tales, por los mismos hechos delictivos por los que están presos estarían en la calle…
Y todas estas personas a las que debe procurarse su reinserción social necesitan de ingentes recursos humanos y materiales para conseguir que sus circunstancias personales, su falta de recursos sociales, e incluso su propia idiosincrasia personal sean modificadas, en la medida de lo posible, para que no vuelvan a delinquir. O al menos para conseguir que ellos mismos se sientan motivados a superar sus roles negativos y querer incorporarse a otro tipo de vida ajena al delito.
¿Y eso como se hace? Pues para empezar todo ello depende de un trabajo minucioso, pormenorizado, individual con cada una de estas personas, un tratamiento integral de sus habilidades personales, de su comportamiento, de sus recursos formativos, etc… ¿y es eso posible en un Centro Penitenciario tan superpoblado? Pues lamento decir que pienso que no, sinceramente creo que esa es una tarea imposible llevar a cabo en un lugar donde se mezclan un número considerable de personas con patologías psiquiatritas mas o menos graves, con otras que provienen de la adicción a la droga y que ésta es su forma de vida, con otras que apenas entienden nuestra cultura y valores sociales, con otras que han tenido una vida normalizada hasta que cometieron el delito o delitos que le llevo a la cárcel… etc…
Y es ahí donde está el principal escollo en Centros Penitenciarios como Puerto III, lamentablemente los recursos que se invierten para el tratamiento y la rehabilitación de las personas presas son escasos. Basta comparar el número de funcionarios dedicados a tareas de orden y seguridad frente a los especialistas dedicados (educadores, psicólogos, asistentes sociales) a las tareas de tratamiento. Basta comparar el número de presos que finalmente accederán a un trabajo remunerado dentro de la cárcel o algún taller ocupacional frente a quienes pasarán la mayor parte de su tiempo dando vueltas de un lado a otro del patio.
Ya construido Puerto III, ya publicada la foto de la piscina, de la pista de fútbol y baloncesto, de las amplias avenidas exteriores, que prácticamente no pisaran los presos y presas, falta que nuestro gobernantes destinen una mayor cantidad de fondos públicos a Centros de Desintoxicación, a programas de rehabilitación, a psicólogos, a trabajadores sociales, a crear oportunidades laborales para los ex reclusos, a agilizar la burocracia penitenciaria que predomina frene al tratamiento real y efectivo de los presos y presas, dediquen mayor ayuda económica a algunas casas de acogida, a los centros extrapenitenciarios gestionados por ONGS que con tan poco recursos llevan a cabo una ingente labor nada agradecida (al menos materialmente) por la administración.
Y además contribuyan a que esta sociedad entienda que la mejor manera de prevenir el delito, de tener seguridad, es trabajar a fondo con las deficiencias personales y sociales que tanto se repiten en los presos y presas, y es mejor hacerlo desde fuera que desde dentro de la cárcel, previniendo que castigando.
Tenemos mucho que hacer aún en este sentido y Puerto III no es parte imprescindible de ese trabajo. No es cuestión de estar a favor o en contra, es cuestión de no querer ni dejarse engañar por la imagen de una piscina.
La piscina de Puerto III
