2004, 16 de marzo. Ante un nuevo gobierno del PSOE.
El domingo la ciudadanía desalojó del gobierno al PP. Han sido años especialmente atroces para el conjunto de la sociedad. El gobierno del PP ha sido el partido de la injusticia social, del retroceso de las libertades, del Prestige… El gobierno del PP se ha destacado por excluir y perseguir a los inmigrantes. Ha sido el Gobierno de la prepotencia, de la mentira y el oscurantismo y de una guerra ilegal y criminal en Irak realizada en contra de la opinión de la mayoría de los españoles.
Es evidente que la sensación –bastante cercana a la realidad por cierto- de millones de españoles de que el PP había intentado utilizar la terrible masacre del 11M mediante el engaño, utilizando de forma inmoral el dolor de las víctimas, ha sido sin duda la gota que ha colmado el vaso.
Desalojar del gobierno al PP era un deseo democrático asumido cada vez por mas gente, como han demostrado las urnas.
Ahora, y en una primera reacción de urgencia, hay que mirar hacia delante. Y esperar que el camino que tomemos sea en otra dirección: mas paz, mas democracia, mas integración social, mas solidaridad.
Desde la óptica de los derechos humanos sí que sería bueno recordar algunas de las cuestiones que nos preocupan y que querríamos “pedir” al nuevo gobierno que se forme.
Obviamente, en primer lugar, la retirada de las tropas de Irak, y dejar de estar sometidos a EE.UU., denunciando su política belicista e inmoral e impulsando opciones de paz, de respeto a la legalidad internacional, de apuesta por los organismos multilaterales, de solidaridad y de apoyo a los pueblos y países mas débiles. En este sentido parece imprescindible volver a poner sobre la mesa la necesidad de cumplir el 0’7% del PIB para ayuda al desarrollo y proceder a cancelar la injusta deuda externa de los países empobrecidos.
Si en España hay entre ocho y diez millones de pobres, un tercio de los mismos en condiciones de pobreza severa parece también de rigor que se priorice acabar con nuestro particular cuarto mundo. Desarrollando para ello políticas sociales integrales, que van desde la creación de empleo de calidad y la lucha contra la precariedad hasta la puesta en marcha mecanismos de Renta Básica, pasando por actuaciones para acabar con la marginalización en muchos de nuestros barrios.
Al menos un millón de inmigrantes están sin papeles en España. La primera, urgente actuación del nuevo gobierno que no puede dilatar debe ser la inmediata regularización de todos ellos. Y por supuesto abrir un amplio debate en el que participen las ONGS,, sindicatos, partidos, entidades sociales para modificar de pleno la política de inmigración, cuyo buque insignia es la Ley de Extranjería. Su derogación es un paso imprescindible pues está viciada de origen por su rechazo social y por su carácter inhumano y policial. Acabar con las muertes en el Estrecho o con la explotación de miles de inmigrantes, así como empezar la discusión sobre la necesidad de que les alcancen plenamente a todos ellos los derechos sociales y políticos propios de la ciudadanía.
Si ha sido seña de identidad del gobierno del PP el recorte de las libertades. Es hora de caminar en el respeto y profundización de las mismas. Las reformas penales emprendidas deben ser reconsideradas. La opción exclusivamente policial para la seguridad debe ser abandonada. Una mal entendida lucha contra el delito está llenando las cárceles (55.000 presos: recuérdese el “vamos a barrer las calles” de Aznar) de personas pobres, como el último eslabón de la exclusión social.
Obviamente si se trata de derechos humanos es de recibo pedir actuaciones políticas y sobre todo sociales que acaben con la todavía persistente situación de subordinación de la mujer en nuestra sociedad. Especialmente en la lacra de la violencia en el ámbito familiar o de pareja que tantas muertes y sufrimientos está produciendo para las mujeres
Y todo ello debiera de ser acompañado de otra forma de gestionar los asuntos públicos. La ciudadanía ha exigido transparencia y ha rechazado el oscurantismo. Creemos que pide diálogo y consenso en vez de prepotencia y autoritarismo. La sociedad exige que se la tenga en cuenta en las grandes decisiones y en muchas del día a día que les afectan. Fomentar el encuentro, el diálogo y la participación social debieran ser señas de identidad de ese nuevo talante que requiere nuestra sociedad.
Por señalar tan sólo algunos elementos mas cercanos a nuestra esfera de preocupaciones. Suponemos en que otras esferas los sectores sociales mas activos plantearan exigencias análogas en cuanto a su espíritu.
Se habla siempre de 100 días de gracia. Y esperemos todos que la voluntad del PSOE sea avanzar por senderos similares a los señalados. Pero probablemente ello no va depender sólo del gobierno o del PSOE, sino también y sobre todo y como siempre de la iniciativa, de la presión y de la movilización social, de la capacidad de esos movimientos sociales y ciudadanos para incidir e influir y ganarse a sectores amplios de la sociedad para avanzar por ese camino de paz, solidaridad y justicia social. Al fin y al cabo, es la sociedad movilizada la que ha acabado con la losa oscurantista de cuatro años de gobierno del PP.
Sistema democrático y derechos humanos
Caminar con zapatos nuevos
