2002, 21 de junio. Revista de la Asociación Cardijn
Acudiremos miles de personas durante los días 21 y 22 a la contracumbre “contra la Europa del capital”. Pero nos contarán. Vienen contándonos desde Seattle y nos han contado en Barcelona hace tan sólo unas semanas. Entre sorprendidos y acongojados los voceros, los valedores del sistema, que no saben interpretar lo que está pasando.
Pero en realidad no les resultaría tan difícil si fuera otra su mirada: la voz de los excluidos, de los nadie que decía Galeano, está empezando a escucharse. Y no sólo eso. No sólo la miseria, la pobreza, el hambre en el mundo se está empezando a manifestar. También empieza a destaparse la infelicidad subterránea, la desgracia oculta, que resulta tan difícil de cuantificar y que adquiere formas tan diversas, en una sociedad cuyo único norte es el consumo y el beneficio. Los parámetros de los poderosos no saben medir y controlar lo que está pasando.
Por eso insisten en contarnos.
Creo que, de nuevo, vamos a decepcionarles. Seremos miles, tal vez decenas de miles los que acudiremos a Sevilla durante los días 21 y 22 de junio. Y tendremos ocasión de participar en decenas de actos, de expresiones de esa contracultura de la solidaridad, de la apuesta por “otro mundo posible”
Hablaremos allí de exclusión social y derechos humanos, de inmigración y políticas comunitarias, de globalización, de apuestas ecológicas, de antimilitarismo y de la paz, de feminismo… y sobre todo de comunicación, de capacidad de ponerse en marcha y construir movimiento, de puesta en marcha de ideas y propuestas alternativas.
Y el 22 de junio miles, decenas de miles, estaremos manifestándonos contra la Europa del Capital, contra la globalización, la exclusión, la pobreza y la infelicidad. Pero, sobre todo, en positivo, por otro mundo posible al que aspiramos y que ya no queremos considerar una quimera.
Sevilla se ha convertido así en otro reto para eso que llamamos movimiento antiglobalización.
Y no porque nuestras propuestas no hayan quedado meridianamente claras a través de decenas de comunicados y manifiestos de los que nos hemos ido dotando en los últimos meses. Valga de referencia la última declaración del Foro Social de Sevilla donde se explicita claramente nuestra apuesta. Por ejemplo, por la salida de la OTAN, por la consideración de la inmigración como un derecho, por la abolición de la deuda externa o por una política económica a favor de las personas, no a favor del beneficio de los poderosos.
Tampoco se trata de un reto porque esas propuestas sean algo estrictamente nuevo. De hecho, no somos pocos los que hemos ido planteando de un u otra forma alternativas similares.
El reto se sitúa, mas allá de la contabilidad interesada del poder, en la capacidad que tengamos entre todos de aunar esfuerzos, de encontrar puntos en común, de hacer confluir las miradas y de referirnos a la realidad de nuestra tierra.
En Andalucía el movimiento antiglobalización está naciendo. Balbuceante si se quiere. Pero comienza a consolidarse. Basta señalar que se han creado Foros Sociales en todas las capitales andaluzas y de una forma espontánea en un número creciente de localidades.
¿Estamos ante un movimiento que empieza y es capaz de enraizarse en la realidad de nuestra tierra, aunque no deba dejar su perspectiva de conjunto, ese “otro mundo posible”? O, por el contrario ¿es el nacimiento y ocaso de una de tantas fases de “plataformitis” que hemos vivido tantas veces?
Uno quiere creer que no. Que tenemos la voluntad y la capacidad de crear algo nuevo. Y eso pese al nacimiento un tanto convulso y confuso de muchas iniciativas, que han valorado mas lo ajeno que lo propio; que, con cristales de color, han mirado más a Seattle que a Cádiz, Córdoba o Almería.
Podemos crear algo nuevo. Y crecer en la esperanza y en el compromiso. Y en el enraizamiento social. Por eso tenemos que mirar a Seattle o Barcelona, pero, sobre todo, tenemos que mirar a Cádiz, Córdoba o Almería.
¿Como no mirar con entusiasmo las movilizaciones de Génova o de Barcelona? Y tal vez en Sevilla, en junio, volvamos a construir un hito de protesta y de lucha contra la globalización capitalista.
Pero tenemos que mirar al 23 de junio, cuando pase la cumbre. Entonces es cuando podremos valorar cuanto de movimiento hemos construido. Que “poso” haya quedado. Y cuanto de red social ha sido el movimiento capaz de construir en Sevilla, Málaga o Cádiz
Tal vez haya quedado un mayor conocimiento y entendimiento entre los diferentes colectivos, una mayor capacidad de coordinación y articulación en las luchas, una red de intercambio y de comunicación… o sea una mayor articulación de la protesta social.
No se trata de algo irreal. No es imposible.
En Andalucía no es posible concebir al movimiento antiglobalización sino como la coordinación y el encuentro entre colectivos realmente existentes. En el que cada uno aporta, desde su experiencia y sus fines, perspectivas complementarias. Un encuentro que parte desde una nueva perspectiva, una nueva mirada… La mirada de la lucha contra el sida o contra la droga, contra la situación en las cárceles, la precariedad laboral o el paro, a favor de los inmigrantes… una mirada que también tiene que ser desde la mujer… o desde las personas que padecen discriminación…
Tampoco sería posible concebir al movimiento antiglobalización desde la subordinación ante las propuestas institucionales. Queremos un movimiento independiente, capaz de elaborar sus propuestas y alternativas, de expresarse en luchas y protestas. Queremos un movimiento “social”, capaz de influir en lo político, pero desde la base y la relación prioritaria con la gente que padece los efectos perversos (en infelicidad y en miseria) de este sistema.
Estos son los retos de Sevilla 2002. Enfrentarnos a la Europa del Capital y de la Guerra. Poner en evidencia sus políticas a favor de los poderosos. Denunciar este mundo de miseria, injusticia e infelicidad.
Pero, sobre todo, construir movimiento de resistencia, coordinar esfuerzos y aspiraciones, consolidar relaciones y entendimientos y crecer en la esperanza.
Otro mundo es posible. Pero tenemos que construirlo desde aquí y ahora y sobre todo entre todos y todas.