2017, 2 de junio. Viva Conil.
Cuando decenas de miles de personas han perdido la vida en el Mediterráneo en los últimos treinta años. Cuando sólo durante 2016 fueron 5.000 los muertos y en lo que va de año han superado los 1.300. Cuando ante tal catástrofe humanitaria no se conmueven los cimientos ni se alteran las conciencias, es que algo muy grave está sucediendo en toda Europa.
La situación es insostenible. Cada vez son más las personas que huyen de los conflictos armados, de la violencia y de la vulneración de sus derechos y llaman a nuestras puertas en la que ya se ha convertido en la mayor crisis humanitaria de migrantes y refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. En pleno siglo XXI.
Ante ello Europa levanta muros cada vez más altos, construye alambradas e instala concertinas, intenta cerrar fronteras a cal y canto, endurece las políticas de asilo, despliega patrulleras, ejércitos y drones, llega acuerdos inhumanos con países como Turquía para expulsar a los que logran pasar y presiona y compra a los países africanos para que ellos se encarguen de ejercer de guardias de fronteras de la Unión Europea. Ante los pobres y perseguidos levantamos nuestra fortaleza europea llena de inhumanidad y crueldad.
Y, de paso, estos dirigentes europeos, destruyen la arquitectura internacional de protección de los derechos humanos que tanto costó levantar. Están convirtiendo en papel mojado la Convención de Ginebra y tantos Acuerdos y Convenios internacionales que, sin embargo, no lo olvidemos, son de obligado cumplimiento constitucional.
Con esta política de migración y asilo están alimentando los sentimientos más oscuros del ser humano: Crecen en toda Europa el odio, el racismo, la xenofobia… Esas políticas se han convertido en un verdadero veneno que está generando una cultura de crueldad y rechazo hacia los pobres, hacia la gente más vulnerable y -particularmente- hacia quienes llaman a nuestras puertas. Crece también alimentada por esa política de los dirigentes europeos, quienes mejor predican y defienden el odio, las organizaciones de la más siniestra ultraderecha. Al fin y al cabo, Europa, sus gobiernos, han terminado por hacer suyo ese discurso.
Para colmo el gobierno de España que se comprometió a acoger a 17.337 personas de las que huyen de la guerra y el terror, apenas ha acogido al 7,5 % de ellas. A este ritmo se tardarían 22 años en cumplir este mínimo compromiso humanitario.
Pero es inútil. Es cruelmente inútil. Por mucho que hayan desatado una verdadera guerra contra los migrantes, las personas continuarán intentando llegar porque las razones que las llevan a subirse a una patera de muerte o sortear una alambrada punzante, son más fuertes y terribles que los muros que podamos levantar en su camino.
La situación es humana y democráticamente insostenible. ¿Permaneceremos indiferentes? El 20 de junio se conmemora el Día Internacional de las personas refugiadas. APDHA ponemos nuestro granito de arena con actos en la Janda y en Cádiz durante este mes. ¿Seremos capaces de movilizarnos para exigir al Gobierno de España, y a la UE en su conjunto, que no juegue con la vida de millones de personas y ofrezca unas políticas migratorias y de acogida que garanticen los derechos humanos?
Una situación insostenible
