2013, 3 de marzo. Blog APDHA Cádiz.
El pasado 27 de febrero murió Stéphane Hessel. Nos quedamos sin uno de los últimos referentes vivos de aquella impresionante generación de resistentes contra el nazismo que supo luego mantener la coherencia y la dignidad. De esas personas que hasta el último momento de su vida se rebelan ante la injusticia y se comprometen por cambiar el mundo. Y cuyo mensaje siempre fue el de la esperanza y la confianza en que el pueblo es quien tiene la fuerza de conseguir ese otro mundo posible.
Había nacido en Berlín en 1917, pero cuando tenía 7 años sus padres se trasladaron a Francia, donde finalmente accedió a la nacionalidad en 1937. Fue movilizado en 1939, y luego, tras la invasión alemana, se unió a las Fuerzas Francesas Libres en 1941. Cuando fue capturado por la Gestapo fue deportado primero al campo de concentración de Buchenwald y luego al de Dora.
Desde el fin de la segunda guerra mundial, gracias a su diplomatura en una de los más prestigiosos centros universitarios, la Ecole Normale Supérieure, empezó su carrera de diplomático en la Oficina del Secretario General de las Naciones Unidas en Nueva York. Desde esta posición privilegiada, participó en la elaboración de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con Eleonore Roosevelt y el jurista francés René Cassin entre otros. Una Declaración fundamental en el hito de la dignidad humana que fue votada el 10 de diciembre de 1948 en Paris, en el Palacio de Chaillot.
Su función diplomática – que le envió entre 1963 y 1969 en Argelia para la Cooperación – le permitió varias veces seguir su participación en el sistema de las Naciones Unidas. Pero pronto se destacó como militante contra el colonialismo, que recibía en aquellos momentos el apoyo de amplios sectores de la izquierda francesa.
No fue así casualidad que el naciente movimiento «sans papiers», después de la ocupación de la iglesia de Saint-Ambroise en Paris el 18 de marzo de 1996 – con el apoyo de varias asociaciones y de sindicatos – decidiera solicitar la mediación de Stéphane Hessel, como presidente y portavoz del Colegio de los Mediadores para negociar con el Ministro del Interior, Jean-Louis Debré, los procedimientos y criterios de regularización de los sin papeles en lucha.
Tampoco resulta casual su presencia en la inauguración del Tribunal Russel sobre la Palestina – tribunal ciudadano de opinión creado en 2009 – con la iniciativa de Ken Coates y Nurit Peled – para “reafirmar la primacía de los derechos humanos como base del reglamento del conflicto palestino-israelí”.
Dio su apoyo explícito a la ocupación de los Indignados de la plaza de la Puerta del Sol en Madrid. Muchos dicen que su « ¡Indignaos! » sirvió de inspiración al movimiento 15M o al Occupy Wall Stret. En todo caso es cierto que incluso en ese último período de su vida, fue capaz de convertirse en referente sólo con ser fiel a su compromiso con los derechos humanos y a su carácter resistente. Declaró en 2010: «Con 93 años, el fin no está lejos. ¡Qué oportunidad poder disfrutar de esto para recordar lo que representa la base de mi compromiso político: el programa elaborado hace setenta años por el consejo nacional de la resistencia! ».
Como dijo en su obituario Federico Mayor Zaragoza, «La estela de Stéphane Hessel persistirá con mayor fulgor si cabe. Sí podemos. Que no se nos aplique, después de su advertencia, la terrible expresión de Albert Camus: “Les desprecio porque pudiendo tanto se han atrevido a tan poco».
En su opúsculo « El camino de la esperanza » –firmado conjuntamente con Edgar Morin– termina por dar coherencia a estos compromisos de toda una vida: “Nuestro discurso quiere denunciar une política ciega que nos trae hasta el desastre. Ha llegado el momento de anunciar une vía política de la salvación pública. Es el momento para anunciar la esperanza”.
Una esperanza que muchos, entre ellos las personas de la APDHA, nunca dejaremos de sostener.
Stéphane Hessel: Semblanza de un resistente
