Por los pelos, y hasta el último momento con el miedo en el cuerpo a un tamayazo. Pero se ganó la investidura. Y ahora se formará el primer gobierno de coalición de las izquierdas desde la República que vemos con esperanza e ilusión porque podría poner en marcha las urgentes políticas para beneficio y al servicio de la gente. Un gobierno en defensa propia.

No son pocos los retos, porque esta década ha supuesto la ruptura de los acuerdos básicos sobre los que se levantó la transición. Esa ruptura y crisis de los acuerdos de la transición ha originado en primer lugar el desmoronamiento del sistema de partidos que se generó en aquel momento porque ya no representa ni a los acuerdos de la transición del pasado ni a la realidad del presente. Y es esa falta de representatividad, junto a la vulneración del sistema de derechos y libertades, la que genera la tremenda inestabilidad política.

Quizá por eso, nunca hubo tantos partidos y tan distintos representados en el Congreso (22), lo que revela la profunda diversidad de la sociedad española; pero eso no es un problema, eso es lo que somos, así es cómo somos: una realidad diversa que exige múltiples acuerdos y consensos. De ahí que también un gobierno plural nos ofrezca, al menos, la posibilidad de atender a la pluralidad.

En segundo lugar, esta década nos ha hecho sufrir el más sistemático expolio del Estado y la mayor destrucción sistemática de los derechos sociales y civiles a manos de la gestión de la crisis por parte del PP. Grandes sectores sociales se han visto afectados por este saqueo y las políticas contra los derechos que creíamos consolidados, como diría Blas de Otero “lo que era nuestro y resultó ser nada”.

Una década en la que hemos visto como se derrumbaba el consenso territorial reflejado en la Constitución. Básicamente Catalunya pero no sólo Catalunya desde luego como podemos ver en las reivindicaciones de la España vaciada. Es evidente que se necesita una nueva articulación, posiblemente federal, de las identidades territoriales, lo que sólo se puede hacer desde el diálogo y los consensos, nunca desde la imposición, la represión y el sistema penal.

La crisis del sistema alumbrado en los primeros momentos de la transición, junto a la crisis social y económica y a la existencia de sectores claramente autoritarios herederos ideológicos, pero también estructurales, materiales y económicos del franquismo, ha provocado que desgraciadamente haya surgido en sintonía con lo que ocurre en Europa, una potente ultraderecha que ha arrasado con cualquier derecha moderada. Como hemos visto en la investidura, las tres derechas son indistinguibles.

Los retos son pues muy importantes para ese nuevo gobierno de progreso que se forme. Y complejos de abordar y resolver.

Un primer buen paso ha sido el acuerdo programático de gobierno PSOE-UP. No es un acuerdo con el que todo el mundo se pueda sentir satisfecho al 100%. Porque son muchas las inconcreciones y hay temas manifiestamente mejorables como el cambio climático o claramente preocupantes, como el tratamiento de la inmigración. Pero es un programa esperanzador.

Decía Antón Losada con razón que este gobierno “trae muy buenas noticias para los pensionistas, para los empleados precarios, para las mujeres, para los colectivos discriminados por su opción sexual, para los estudiantes, para los jóvenes, para los trabajadores de los servicios públicos, para los familiares de las víctimas de la represión o para aquellos preocupados por el cambio climático”. Porque tras años de losa neoconservadora del PP es posible otra política.

La investidura ha alumbrado otra forma también de mirar a España. España tiene que reinventarse y no es posible sino desde la diversidad. Y la izquierda tiene que hacerlo sin complejos ni miedo cerval a los ataques de la derecha extrema, para que no nos hagan “perder la voz en la maleza y quedarse con el significado también de las palabras”.

Una derecha extremista que quiere imponernos a todos y todas su España oscura, rancia, casposa y clerical; su España de derechos limitados y beneficios sin cuento para los de siempre. La investidura nos ha mostrado su rabia y su falta de límites ante la pérdida del gobierno que sólo consideran legítimo si ellos lo detentan.

Y ese va a ser otro de los grandes problemas de esta legislatura. La derecha extrema de este país está dispuesta a todo con tal de recuperar el poder. A boicotear e intentar hacer imposible el funcionamiento parlamentario y del gobierno. Y a usar la alta judicatura que les sirve y otros poderes fácticos. Amén de cuantas actividades alegales o ilegales puedan perpetrar.

Los veremos además en la calle, intentarán demostrar con las movilizaciones que su España no tolera la España plural, diversa e igualitaria a la que tantos aspiramos.

Hay mucho que revertir, mucho que recuperar de lo perdido; la palabra, los conceptos, la movilización, la denuncia de la justicia corrupta, de los medios de comunicación cavernarios, de las vacas sagradas intocables.   Y mucho de ello tendremos que recuperarlo desde las calles y lo cotidiano, porque esa es nuestra parte para impulsar un buen gobierno.

Porque creemos que no podemos dejarlo solo. En esta etapa el papel de los movimientos sociales es crucial. No podemos dejar solo a este gobierno progresista frente a los embates de la derecha más retrógrada de Europa. La calle también es nuestra para apoyar las políticas al servicio de la gente.

 Nos gustó ese enfoque en el discurso de Pablo Iglesias. Si este gobierno ha sido posible es sobre todo gracias a las movilizaciones, al activismo y al compromiso de movimientos sociales que no han cejado de reivindicar y exigir.  Ahora tenemos que seguir planteando todas nuestras reivindicaciones, no dejar solo al Gobierno es también exigir con claridad y vigilar para evitar que se alejen de la gente y sus intereses. Y es desde luego no tener complejos para apoyar activamente las muchas buenas iniciativas que van a intentar poner en marcha.

No dejemos solos a los partidos ni al gobierno porque nos jugamos mucho, nos jugamos que tipo de sociedad democrática se va a articular en esta década que empezamos

No les dejemos solos porque además de los votos y el gobierno, también hemos puesto parte de nuestras esperanzas en sus manos.